Se observa en muchos reportajes que cuando un ser humano fallece por causas diversas, tanto familiares como personal policial realizan las investigaciones del caso, siendo los últimos los indicados para las investigaciones pertinentes a fin de esclarecer los hechos. Realizan una diversidad de pruebas (ADN, sangre, balística, confesiones, testigos); algunos concluyen con buenos resultados, otros a medias y otros sin resolver. No cabe duda, que nos agrada siempre resolver los asuntos humanos con resultados a nuestro favor pero son pocas o muchas veces que perdemos el interés por los demás. Esta vez, me refiero a los animales que también forman parte de la creación de Dios, considero que debemos ser conscientes de que ellos también juegan un rol muy importante en la vida del ser humano y en la sociedad. Debemos aprender que los animales tienen iguales derechos que nosotros a la vida, a la salud, al respeto, a la amabilidad, etc.
Existen 3 diferencias bien definidas que nos separan de los animales:
Ambos somos creación de Dios, nuestro rol es administrar sabiamente los recursos de la creación entregados por Dios para nuestro beneficio.
Tenemos el don de hablar y expresar lo que sentimos, los animales no hablan pero si demuestran sus sentimientos y expresan su incomodidad.
Tenemos conciencia (alma y espíritu) de nuestra existencia pero evadimos esa responsabilidad humana, los animales tienen alma más no espíritu pero sienten quien es su Creador.
De hecho, hay más diferencias que nos hacen únicos en el mundo y en el universo en su totalidad. Nos alegran la vida con pequeños detalles como sus travesuras, el meneo de su cola, sus gritos de emoción por nuestro regreso a casa, su gusto por acompañarnos en las buenas y en las malas. Existe mucho por aprender de ellos, no que ellos nos vayan a enseñar sino que es Dios mismo enseñándonos muchos aspectos de nuestra conducta, sobre la comprensión y la empatía que podamos tener y mostrar hacía los más pequeños e indefensos animales domésticos y silvestres, respectivamente. No pierda la calma ni tampoco descargue su impotencia, su cólera, su rabia contra ellos, pues no tienen responsabilidad alguna en su rutina diaria sea laboral o doméstica.
Aprenda a discernir lo bueno de lo malo, no quite ni disminuya ni en su vida ni en la vida de un animal, que con tanto anhelo espera su llegada a casa para compartir su tiempo con usted. Enfatizo en la confianza que una mascota deposita en uno, aunque ellos no comprendan el significado de la confianza y dependencia de ellos hacía uno. No se burle ni violente esa confianza por nada aun así se encuentre en una situación extrema, siempre existe una salida, tenemos la capacidad para dar una mejor solución a nuestros afanes diarios y de darnos cuenta de nuestros límites humanos, y de acudir con total confianza a Dios. Acuérdese que Dios es omnipotente, omnisciente y omnipresente para dar solución a las vicisitudes que tengamos cada uno de nosotros.
Tenga en cuenta, que depende de usted y no de nadie más, que el comienzo de su día sea excelente de principio a fin, para ello debe ya comprender y canalizar sus emociones en la total dependencia de Dios. No vaya por la vida justificándose de todo y por todo, a veces es mejor callar y esperar que Dios ordene y coloque cada pieza en su lugar.
Brinde a su mascota lo mejor de usted, respete el derecho a la vida de su mascota, exprésele su amor y ternura a aquella vida que Dios colocó en su camino, permita que Dios moldee su vida a través de su mascota o de otros animales que se cruzan en su camino. De hecho, no existe casualidad en el camino de Dios cuando encontramos un amigo de cuatro patas.
Observe la expresión del rostro de su mascota, cada gesto, cada movimiento, cada reacción que da con los abrazos y las caricias que usted le brinda al salir al trabajo o a alguna diligencia (por las mañanas), al regreso para degustar de su almuerzo y por la noche cuando usted se prepara para ir a dormir, y esperar un nuevo día lleno de bendiciones y proyectos por realizar.
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