Recordando años en los que vivía en mi ciudad natal, vino a mi mente un tema muy interesante que había tratado con una persona al igual que yo creyente en Dios. Había tocado un tema muy alejado para el común de las personas pero de mucha importancia para quienes buscamos esos detalles poco perceptibles para la mayoría.
Las preguntas que había expuesto a aquella persona eran las siguientes: ¿Crees que el hombre pueda llegar a ser perfecto? Algún día ¿Crees que podamos ser perfectos? ¿Cómo podemos llegar a ser perfectos? ...
Las respuestas de aquella persona fueron asertivas y seguras al confirmar el hecho de que yo, ya había meditado, analizado y revisado muchas veces las preguntas anteriores sólo que esta vez compartía con alguien esta experiencia. Aquel tema que había tocado con aquella persona fue una niña de 13 años y yo un chico de 23 años que se estaba integrando al perfecto, misterioso y amplio conocimiento de Dios y el ambiente en que se exponía este tema era uno de los tantos retiros a campo abierto que organizaba la iglesia con el propósito de acercar a los integrantes a Dios, algunos de los cuales aprendieron las enseñanzas que Dios exponía para capacitar y preparar para la vida y otros se quedaron en el camino esperando que las cosas sucedan por sí solas, el cual es un error tremendo tal actitud.
Humanamente no es posible llegar a tal perfección pues la respuesta es que estamos y somos más propensos a hacer lo malo antes que el bien pues el pecado que habita en nosotros impide que podamos ver con claridad y si lo hacemos, hacemos caso omiso a dicha exhortación (Léase Romanos 7:14-25)
A través de la historia, las personas siempre están buscando hacer lo bueno, siempre están buscando justicia humana, siempre están buscando cambiar a los demás cuando lo correcto es cambiar uno mismo para enseñar con el ejemplo a otros. El cambio radica en la sinceridad y compromiso con uno mismo (Léase 2 Timoteo 1: 7-9)
Es este cambio que pocos hablan y entienden, y se atreven a cuestionar las acciones, las actitudes y los dichos de otros personas que se atrevieron a cuestionarse a sí mismos y reconocieron sus errores. Cambios como éstos se pueden observar en personas que comprendieron que solos no pueden hacer mucho, en otras palabras dependen de Dios para hacer cambios extraordinarios en su vida y en su entorno familiar y social (Léase Hebreos 4:16; Gálatas 4:6)
Debemos comprender que las imperfecciones que mostramos y tenemos todos, evidencian la calidad de personas que somos a diario y tomar conciencia de ello es reconocer que somos imperfectos y necesitamos de Dios para cambiar nuestra historia personal, familiar y social. Para entregar lo mejor de nosotros a una sociedad que se resiste a los cambios inevitables en el tiempo, debemos ser conscientes y debe ser consciente cada uno, pues al reconocer nuestros errores individualmente vamos mejorando y enseñamos con nuestro ejemplo a los demás y fortalecemos el lazo humano que nos caracteriza.
Al usar el término "nuestro ejemplo" me refiero a que seguimos las enseñanzas de JESÚS impartidas en la Biblia, porque si doy ejemplo humano no sirve de nada y no se aprovecha mucho ni tampoco contribuye a mejorar a la sociedad en la que vivimos (Léase los 4 Evangelios)
Todo lo que suceda en el mundo, la Biblia se anticipó a toda ciencia y conocimiento humano en años-luz. Pues todo lo que sabemos y conocemos se muestra en Las Escrituras y lo que Dios quiere para cada uno de nosotros. Nosotros elegimos lo que queremos en la vida y permitimos crecer para bien, conformarnos para subsistir o retroceder para continuar en la ignorancia que la mayoría prefiere optar en vez de elegir crecer junto a Dios, JESÚS y el Espíritu Santo.
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